jueves, 2 de mayo de 2013

La Bioespeleología

Por Laura Gómez González (2º Bachillerato)

La bioespeleología es la rama de la biología que estudia la vida en los ambiente hipogeos (bajo tierra), lugares con escasez o ausencia total de luz y con humedad constante.

La división de la fauna cavernícola se puede realizar en tres grandes grupos: trogloxenos, troglófilos y troglobios.
Los trogloxenos son los huéspedes ocasionales de las cavidades. Habitualmente se les encuentra en la superficie, y generalmente no se reproducen dentro de las cavidades. Los trogloxenos irregulares son los que han caído en una sima, o han sido arrastrados al interior de una cueva por una crecida de aguas, o han sido llevados accidentalmente por el hombre o por algún otro medio. Son, por ejemplo, ranas o serpientes. Por el contrario, los trogloxenos regulares, se encuentran habitualmente en las cuevas, por lo menos en ciertos periodos determinados del año o del día. Aquí se encontrarían los murciélagos o mariposas.

Los troglófilos viven más o menos regularmente en las cavidades, pueden reproducirse en su interior, pero no habitan exclusivamente dentro de ellas. Los araneidos, miriápodos, crustáceos, muluscos, etc., son troglófilos. También hay otros que viven asociados al guano de los murciélagos como los nematodos o ácaros.

Los troglobios son animales estrictamente cavernícolas, no salen de la cavidad y se reproducen en ella. Son aquellos que presentan las modificaciones morfológicas y fisiológicas más acusadas. Son ciegos y despigmentados y a menudo presentan un considerable alargamiento de los apéndices, sobre todo los táctiles: antenas, palpos, pelos, cercos y patas, en el caso de los insectos a menudo no presentan alas. Dos ejemplos de troglobios son proteus o niphargus.


Respecto a la flora, no se puede hablar de una flora específica cavernícola ya que el principal factor limitante de las plantas es la luz, inexistente en las cuevas. Por ello, encontraremos la mayor parte de la vegetación en la boca de la cueva (correspondiente a la zona en la que nos encontremos) y en el interior podremos encontrar algún hongo (micena metata), ya que al no poseer clorofila no dependen de la luz. 
                              Boca o entrada de la cueva                                Algas verdes sobre una pintura rupestre 

La fauna de las cuevas está muy adaptada a este ambiente que apenas cambia a no ser que el ser humano lo modifique. Con la vegetación ocurre lo mismo. La iluminación artificial que poseen las cuevas turísticas permite la proliferación de algas verdes que dañan las pinturas rupestres. Esto fue lo que pasó en cuevas como Altamira y una de las causas de su cierre. Por ello, mientras el ser humano no adapte las cuevas a sus necesidades, estas especies nada tienen  que temer.

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