Los habitantes de Pekín están sufriendo
durante las últimas semanas los efectos de una nube contaminante que alcanza a 12
provincias de China y es una de las peores que se registran durante la última
década. La alarma saltó durante el último fin de semana cuando el medidor de
partículas de la Embajada estadounidense registró un índice de calidad del aire (AQI en inglés) de 728,
más del doble del límite de partículas contaminantes establecido por la
Organización Mundial de la Salud como nocivo para la salud. Otras zonas de la
capital registran índices de entre 176 y 442. Ante esta situación, el Gobierno
de la ciudad decidió anular todas las actividades deportivas al aire libre, tal
y como se registra en la normativa cuando el índice excede los 500.
Esta nube contaminante se puede
visualizar desde el espacio a través del sensor MODIS, instalado en el satélite
Terra de la NASA. La siguiente imagen, en color real, fue captada el 14 de
enero de 2013 y en ella se puede observar bruma, nubes bajas y una niebla teñida de
gris y amarillo por los contaminantes.
Foto: NASA
Aunque la contaminación es habitual en
las ciudades chinas (16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en
este país), estas cifras tan inusualmente altas se deben a la conjunción de factores
climáticos (falta de viento y alta humedad) con un aumento de emisiones por el
uso del carbón para combatir las gélidas temperaturas invernales y la elevada actividad
industrial y denso tráfico habituales en la capital china.
Las pequeñas partículas (por debajo de
2,5 µm de diámetro) son las más peligrosas pues están presentes como aerosol en
el aire y se introducen en las vías respiratorias, lo que ha producido un
aumento de un 20 a 30% de los atenciones hospitalarias por problemas
respiratorios.
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